jueves, 7 de marzo de 2024

Toda la evidencia contra la hipótesis del contagio social transgénero (ROGD)



Reflexiones sobre por qué la gente está abrazando esta teoría zombi.

Por Julia Serano

 Porcentaje de personas zurdas. Machos (azul), hembras (rojo).
BBC News: “Do left-handed people really die young?”

Este gráfico lo utilicé por primera vez en 2017, en respuesta a la entonces novedosa afirmación de que ser transgénero se está propagando "rápidamente" entre los niños a través del “contagio social”. 

En el ensayo donde lo usé, Agendas transgénero, contagio social, presión de pares y prevalencia, señalé tres puntos: 1) históricamente, las estadísticas de población trans han tendido a subestimar las cifras reales por una combinación de aislamiento social, estricta vigilancia médica y estigma omnipresente (por ejemplo, ostracismo social); 2) con cada década reciente, ha habido un aumento constante en el número de personas que se identifican como trans debido a un aumento gradual en el acceso a la información y a la atención con perspectiva de género, y una disminución recíproca del estigma; 3) estas dinámicas son sorprendentemente similares al aparente aumento de personas zurdas (de ~2% a 13,2%) en los países occidentales durante el siglo XX a medida que el estigma contra los zurdos disminuyó.

En otras palabras, no hay necesidad de inventar una hipótesis improbable (que ser transgénero de repente se ha vuelto “contagioso”) para explicar las tendencias demográficas recientes cuando sabemos que una reducción del estigma anti-trans (y el aumento de la conciencia y aceptación trans que resulta de ello) proporciona una explicación suficiente.

En el año siguiente (2018), publiqué dos nuevos ensayos sobre este tema: 1) Todo lo que necesita saber sobre la disforia de género de inicio rápido (Rapid Onset Gender Dysphora ROGD) es una crítica de la hipótesis de Lisa Littman sobre la “ROGD” (es decir, un supuesto “nuevo tipo” de disforia de género que se propaga a través de las redes sociales); 2) La superstición de que las personas LGBTQ+ son “contagiosas” explora la antigua superstición de que lo queer, en general, es contagioso. Aquí se incluye un enlace al artículo Homosexualidad como contagio: del pozo de la soledad a los boy scouts (2000), de la profesora de derecho Nancy J. Knauer, quien explica cómo esta idea de contagio homosexual persistió durante gran parte del siglo XX (una idea que desafortunadamente, ha estado resurgiendo).
  • En los años siguientes, investigué dónde se originó la hipótesis del “contagio social transgénero” y compilé los estudios de investigación que la utilizaron; todos ellos se pueden encontrar en los artículos de mi blog: Orígenes del “contagio social” y “Disforia de género de aparición rápida”. A partir de allí, recientemente compilé un resumen detallado de toda la evidencia en contra de la teoría, que repetiré aquí: el concepto de “contagio social transgénero” fue inventado por un padre trans-escéptico en febrero de 2016 en el sitio web anti-trans 4thWaveNow. Inicialmente ganó popularidad allí y en otros dos sitios web de padres anti-trans, los cuales son los mismos sitios web que luego Littman usaría para realizar encuestas para su estudio sobre ROGD.

  • Hay fallas adicionales en el estudio de Littman que se han registrado en tres revisiones críticas con revisión de pares (Restar, 2020; Ashley, 2020; Pitts-Taylor, 2020). PLoS One, la revista que publicó el artículo de Littman, finalmente publicó una disculpa y una corrección.

  • En los años siguientes, numerosos grupos de investigación independientes publicaron estudios revisados ​​por pares que arrojaron resultados inconsistentes o que contradicen directamente las hipótesis de ROGD y del “contagio social transgénero” (Restar et al., 2019; Kuper et al., 2019; Kennedy , 2020; Bauer et al., 2021; Sansfaçon et al., 2021; Sorbara et al., 2021; Puckett et al., 2022; Turban et al., 2022; Turban et al., 2023). Varias organizaciones de profesionales de la salud (por ejemplo, WPATH, AusPATH, APS, CAAPS) también han publicado declaraciones refutando estos conceptos.

  • Dado que los grupos conservadores han estado tratando de ampliar esta afirmación de "contagio social" para cubrir a todas las personas LGBTQ+, al menos un estudio ha demostrado que la atracción hacia personas del mismo sexo no se "propaga" a través de las redes sociales entre los adolescentes (Brakefield et al., 2014).

  • Dejando a un lado a las personas LGBTQ+, el concepto de “contagio social” ha sido fuertemente criticado en la literatura de investigación por estar mal definido y por combinar varios fenómenos sociales potencialmente distintos. Uno de esos fenómenos es la homofilia: la tendencia a asociarse entre sí entre personas que son similares. Muchas afirmaciones de “contagio social” en realidad se explican mejor por la homofilia (Aral et al., 2009; Shalizi & Thomas, 2011). Este es precisamente el caso que planteé en mi crítica a ROGD: si bien Littman supuso que estaban ocurriendo “brotes grupales de identificación transgénero” entre los niños, es mucho más probable que estos niños ya fueran trans o de género diverso, y simplemente se buscan entre sí para darse apoyo mutuo, compartir experiencias e intercambiar información sobre ideas relevantes.

  • Otro fenómeno social que a menudo se combina con el “contagio social” es la reducción de las restricciones. Específicamente, si existe una norma social que prohíbe un comportamiento particular, muchas personas que se inclinan por dicho comportamiento se abstendrán de hacerlo (en las comunidades LGBTQ+, coloquialmente lo llamamos “estar en el armario”). Pero una vez que se levanta esa restricción social (por ejemplo, si la sociedad se vuelve más tolerante o acepta a las personas LGBTQ+), entonces muchas de estas mismas personas pueden comenzar a expresarse públicamente por primera vez (algo que algunos espectadores pueden percibir erróneamente como un “aumento rápido” debido a “contagio social”). [Este caso es análogo con la situación de ser zurdo en el siglo XX, lo que mencioné en el gráfico al inicio del capítulo]

  • La hipótesis del “contagio social transgénero” sugiere que muchos niños que adoptan identidades trans hoy en día no son en realidad niños trans “de buena fe”, sino más bien niños cisgénero que simplemente están “confundidos” acerca de su género y/o siguen una “tendencia”. Si esto fuera cierto, uno esperaría que la terapia afirmativa de género (por ejemplo, las transiciones sociales, el reemplazo hormonal) fuera menos eficaz para estas personas que para sus pares trans “de buena fe”, lo que probablemente conduciría a mayores niveles de arrepentimiento o destransición con el tiempo. Sin embargo, a pesar de que han pasado ocho años desde que se propuso por primera vez la hipótesis del contagio social, los estudios de investigación continúan mostrando que esto no está ocurriendo (ver, por ejemplo, Olson et al., 2022; De Castro et al., 2022, Tang et al., 2022, Chen et al., 2023, Jedrzejewski et al., 2023).

  • Finalmente, los defensores del “contagio social transgénero” a menudo citan cambios demográficos en los jóvenes trans para apoyar sus argumentos (por ejemplo, el supuesto aumento en la transición de “niñas jóvenes”). Abordo ese tema específico en un ensayo complementario: Explicando los cambios en la proporción de sexos asignados en niños trans.

Todos los artículos y las pruebas antes mencionados son fácilmente accesibles en línea (de hecho, el primer ensayo que mencioné en este artículo fue citado en un episodio reciente de Last Week Tonight with John Oliver ). Además, muchos otros activistas, periodistas, investigadores y profesionales de la salud trans han escrito críticas y refutaciones similares a lo largo de los años. En otras palabras, es imposible hacer siquiera una mínima investigación sobre el tema del “contagio social transgénero” sin encontrar evidencia que contradiga esta teoría.

Y, sin embargo, hay gente que continúa citando y promoviendo el “contagio social transgénero” sin cesar. Se ha convertido en una teoría zombie, inmune a la evidencia y la crítica.

En lugar de preguntar incesantemente si las identidades transgénero se están propagando a través del contagio social –para lo cual no hay evidencia más allá de las anécdotas, la correlación (sin causalidad) y la especulación desenfrenada– deberíamos plantearnos una pregunta mucho más crucial: ¿Por qué muchas personas cisgénero están abrazando esta teoría zombie?

Proporciono dos respuestas a esta pregunta en mi ensayo más reciente: Explicación de las afirmaciones de “acicalamiento” y “contagio social” anti-trans. En primer lugar, es muy común que las personas del grupo dominante/mayoritario vean a las minorías estigmatizadas como “contaminadas” y capaces de “corromper” a miembros supuestamente "puros" del grupo dominante (particularmente mujeres y niños). Sobre este particular, en mi libro Sexed Up: How Society Sexualizes Us, and How We Can Fight Back, ofrezco más ejemplos que involucran a muchos grupos marginados diferentes a lo largo de la historia (personas LGBTQ+, personas de color, personas con discapacidades, no cristianos).

En otras palabras, estos miedos inconscientes a ser “contaminados” y “corrompidos” por “otros”, que han sido estigmatizados, explican por qué las afirmaciones de “contagio social” y “acicalamiento” tienden a resonar en el público general a pesar de la falta de evidencia concreta que las respalde.

La segunda razón es que estas teorías zombis parecen sugerir la “solución” preferida de algunas personas al “problema transgénero”. Como explico aquí:

Comencé este ensayo con una lista de
 “causas” imaginadas de la trangeneridad. Si bien carecen de validez científica, algunas de estas explicaciones son potencialmente más dañinas que otras. Por ejemplo, si las personas trans en realidad fueran producto de madres dominantes o de la contaminación ambiental, entonces nuestra existencia no necesariamente tendría ningún impacto en otras personas que no estuvieran expuestas a tales cosas. En marcado contraste, si se imagina que las personas trans son “contaminantes” y capaces de “infectar” o “convertir” a otros (ya sea a través del “contagio social” o del “grooming” o acoso), entonces eso proporciona una excusa conveniente para aquellos que desean ponernos en “cuarentena” (por ejemplo, impidiéndonos participar en la sociedad, censurando nuestras experiencias y perspectivas de vida o, quizás, incluso eliminándonos a todos).

Aunque los activistas anti-trans han estado propagando temores de un “contagio social transgénero” durante ocho años, sin embargo, estudio tras estudio (citados en este artículo) vemos que no hay evidencia de que los niños estén actualmente adoptando identidades trans de manera espontánea, caprichosa o frívola. Hoy, en 2023, solo hay tres razones por las que alguien podría continuar impulsando esta teoría: 1) no se han molestado en investigar seriamente el asunto, 2) desconfían profundamente de las identidades y experiencias de las personas trans y, por lo tanto, rechazan reflexivamente cualquier evidencia que desafíe su visión del mundo (es decir, niegan la ciencia, al menos con respecto a este tema en particular), y/o 3) creen que las personas trans deberían ser eliminadas de la esfera pública y reconocen que el “contagio social” proporciona una poderosa justificación para desaparecernos.


Traducido al español por Amilka González.

Julia Serano: Whipping girl: El sexismo y la demonización de la feminidad desde el punto de vista de una mujer trans

Consulte el artículo que acompaña a este ensayo: "Explicación de los cambios en la proporción de sexos asignados en niños trans". Este ensayo y otros a los que se hace referencia aquí fueron posibles gracias a mis seguidores de Patreon; si los aprecia, considere apoyarme allí.


Foto: xavierarnau



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